agosto 23, 2017 6 Minutos de Lectura 3 Comentarios

Este artículo que van a leer, quizás les llegue a algunos más que a otros. Es más que nada mi percepción de cómo debe ser una relación entre un entrenador y su pupilo, algo que he aprendido durante estos pocos años que llevo en el triatlón. Por lo mismo, es algo bien personal, pero quizás algunos se sientan como yo. Aquí va…

Toda mi vida, desde que tengo memoria, he sido una persona muy independiente. Nunca me ha gustado sentir que necesito a alguien, y todas mis metas que hasta el momento habían sido en su mayoría académicas, me gustaba obtenerlas trabajando sola. Por lo mismo, odiaba los trabajos en grupo y odiaba ir a clases. Según yo, los profesores decían lo mismo que podía encontrar en un libro… así que mi vida en la U, se reducía a jugar tenis, correr, salir y leer como enferma un montón de libros que sacaba de la biblioteca. Ese sistema me funcionó perfecto, y estaba lista para seguir estudiando afuera, hasta que empecé a entrenar triatlón cuando ya estaba por terminar mi carrera y como ya algunos saben, me llegó fuerte y decidí dedicarme a entrenar y hacer lo que de verdad siento que me llena y me da alegría.

Seguir un plan escrito por otra persona que no fuera yo, siempre había sido algo difícil, ya que no confiaba en nadie más que en mí y en mis libros… para mi todo estaba ahí (sí, muy nerd… lo sé) y por ende lo podía deducir yo. Por lo mismo, aprender a ser “obediente” con esta nueva figura que había entrado a mi vida, Lalo Araya mi entrenador, fue bastante difícil. En un inicio, siempre quería hacer más y más rápido. Si me mandaban a correr 18 km, entonces yo corría 22km y con subidas… si me mandaban un rodillo de una hora, entonces yo hacía dos… y así… suma y sigue. Nunca he mentido eso sí, algo tiene Lalo que no puedo mentirle, quizás ahí partió todo (ocultar información no es lo mismo que mentir jaja), así que si me preguntaba, siempre confesaba y él me explicaba una y otra vez por qué debíamos ir con calma. Yo creo que esto igual es en parte porque yo soy bien loca y una obsesiva del volumen (según lo que mis cercanos me dicen), no por nada entre los amigos de mi team se creó la expresión “mandarse un Pamelazo” (que es volverse loco entrenando, salirse de ritmo etc.), y eso a veces me juega en contra, pero en aquel momento yo no lo veía.

De a poco, y con ciertas cosas que me fueron pasando durante el correr de los meses, empecé a darme cuenta que quizás entregarme y solamente confiar en algo que no iba a leer en algún lado, podía ser lo que me estaba faltando o lo que quizás siempre me había faltado en la vida. Ir solo siempre, logrando tus metas, si bien te puede hacer sentir fuerte en cualquier ámbito, en realidad no es tan así… por lo menos eso creo yo ahora. El hombre es un ser gregario en su naturaleza, y sentir la mano de alguien sobre tu hombro, sabiendo que te protege y está ahí contigo, es parte de la felicidad también.

Para resumir un poco, voy a contar las dos cosas claves que me hicieron cambiar el switch. En primer lugar, la bici. Yo amo pedalear, creo que hasta a veces me gusta más que correr, pero sin duda, es algo que me ha costado un montón en cuanto a aspectos técnicos. Sobre todo el tema de las barras, ponerme en las barras para ir aero, para mí era algo imposible en un inicio. El miedo que sentía cuando no tenía los frenos entre mis dedos era paralizador. Cada sábado sufría intentándolo y no podía… y cada sábado Lalo estaba ahí para subirme el ánimo y ver lo que yo en ese momento no podía ver, que era que muy pronto lo iba a lograr y podría comenzar a hacerme ciclista (cosa que aun no sucede 100%, porque soy patísima, pero por lo menos ya voy en las barras). Todos los sábados yo terminaba deprimida, creo que hasta lloré un par de veces, no sabía por qué me costaba tanto… y no encontraba la respuesta en ningún libro, ya que los miedos son mentales. Pero sí encontraba cierta paz cuando hablaba con Lalo, y él me calmaba y me decía vamos con todo Pame!!, me aconsejaba una y otra vez, hasta me acompañó por horas, él en su auto a 1km/h y yo en la bici al lado, intentando ponerme en las barras.

El otro suceso clave, que va ligado a esto de la bici, fueron los entrenamientos en pista. Correr siempre ha sido con lo que yo me defiendo en las carreras, y en ese momento, viendo que la bici me estaba costando tanto, sentía que tenía que darle con todo a lo que mejor tengo. Fue aquí que me di cuenta de la paciencia que tiene Lalo como entrenador… y cuando digo paciencia me refiero a PACIENCIA, ya que muchas veces yo no sé cómo me aguantó tanto, quizás porque veía que yo lo único que quería era mejorar. Cada Miércoles, Lalo me decía… ”hoy nos vamos a controlar Pame vale!?, nada de volverse loca y salir corriendo a mango, ya que tienes que hacer todas las repeticiones parejas” y yo… “sii, sii hoy si, seguro”. Al rato después estaba yo en un descanso entre mis repeticiones, pasaba Rara corriendo (a mi parecer el mejor triatleta y corredor), y yo dale que salía corriendo detrás como una demente… toda conversación previa con mi entrenador completamente en el olvido… el grito que escuchaba… PAMEE NOO!!!… inexistente para mí… lo único que estaba en mi mente en esos segundos era “hoy si le aguantó el 400s a Rara”… obviamente no sucedía jaja…. pero ya cada vez estoy más cerca (junta miedo Raris jiji).

En fin, podría seguir eternamente con mis Pamelazos… pero el espacio es acotado. A lo que quiero llegar, es que hubo un punto en el que yo dije: quién es esta persona que no se rinde conmigo?Que día a día sigue ahí. Quién es esta persona con la que yo siento la confianza de preguntarle lo que sea?, ya sea deportivo o de la vida, porque siento que me dará la respuesta correcta. Quién es esta persona que sabe si me pasa algo sólo con mirarme, cuando según yo estoy fingiendo perfecto que todo está bien? Y fue ahí que me di cuenta del vínculo de confianza que había formado yo con mi entrenador, y de lo tonta y egocéntrica que había estado siendo. Y fue ahí también que decidí dejar de cuestionar cada cosa, y sólo hacer lo que él me decía que tenía que hacer para ser una mejor triatleta. Y cuando hice eso, uff… fue lo máximo. No digo que uno nunca deba cuestionar nada, obviamente si uno tiene ideas, las pueden conversar y al final llegar a un mutuo acuerdo, pero para mí, ahora toda idea tiene que pasar por la venia de mi entrenador ya que siento que su experiencia y sabiduría valen mucho más, y lo he ido comprobando. Hacer cosas de entrenamiento sin que él sepa, es algo que ya no me dan ganas de hacer, esa necesidad de “seguir mi plan” desapareció. Ahora muchas veces, una frase típica en mi es “déjame preguntarle a Lalo primero…”, muchos se ríen y me dicen…estás cambiada Chica… pero me deja tranquila.

Me imagino que varios han visto Karate Kid, la original, cuando el Sr. Miyagi le dice a Daniel-san la famosa frase “wax on wax off”. Siempre he pensado que esto que me pasó es como esa situación. En un principio Daniel no entendía por qué debía encerar autos, o pintar rejas, si él quería aprender a pelear, pero al final entendió que entregándose y sólo confiando en su maestro, era lo único que él necesitaba para llegar a cumplir su sueño. Para que una relación entrenador-alumno funcione de manera correcta, a mi parecer, debe ser reconocida por ambos lados, es decir, ambas personas deben sentir un compromiso hacia el otro, el entrenador sabiendo que es quien va a tomar las riendas y el pupilo escuchando y aprendiendo, confiando plenamente en lo que recibe. La confianza es esencial, ya que el VERDADERO entrenador está entregando energía vital de él para ayudar al otro a cumplir sus metas, sin esperar nada más a cambio que la felicidad de su alumno. Eso, es algo realmente lindo, y algo que se ve poco estos días… ayudar sin un interés más allá que la felicidad del otro.

Una vez leí por ahí “The mediocre teacher tells. The good teacher explains. The superior teacher demonstrates. The great teacher INSPIRES” Y eso es Lalo, creo yo… alguien que inspira. No es fácil hacer que 100 personas de diversas edades y formas de pensar te quieran demasiado, y yo creo que si preguntan en Team Bustos, Lalo ha marcado a cada uno en distintas formas.

Y a mí… bueno, me ha enseñado demasiado en todo sentido, me enseñó lo equivocada que estaba al pensar que la palabra “dependencia” era sinónimo de “debilidad”. Ahora sé que es sinónimo de “fortaleza”, es tomar la mano de alguien en quien confías y dejar que esa persona te ayude a concretar tus sueños.


Por: Pamela "Chica" Padilla

 


3 Respuestas

Claudio Farias
Claudio Farias

agosto 24, 2017

Excelente, lastima que no todos los entrenadores tengan esa capacidad

Cesar N
Cesar N

agosto 23, 2017

La palabra clave es : CONFIANZA. Todo lo demás es música.
Esa misma que se va perdiendo en la medida que no está el indicado como coach.
Es entender tus límites , pues si los hay, al menos en tus rendimientos máximos propios.
Y si hay confianza y con ella te sisntes mal, no rindes, etc…. pasa por la forma y no el fondo.
Siempre es clave la correcta elección de un Coach.
Es un azar inicial, tan grande como si habrá o no olas en el mar el día de la carrera….
Ya nadando es otra cosa.
Lindo artículo

Freddy estefania
Freddy estefania

agosto 23, 2017

Grande chica….fui testigo de tu aprendizaje y de tus discordancias con el lalo..como has mejorado en.la.bici

Dejar un comentario

Los comentarios se aprobarán antes de mostrarse.


Ver artículo completo

Review del nuevo Wetsuit Kona
Review del nuevo Wetsuit Kona

abril 20, 2021 2 Minutos de Lectura

Ver artículo completo
Consejos para entrenar la T2
Consejos para entrenar la T2

noviembre 13, 2020 2 Minutos de Lectura

Ver artículo completo
Ciclismo: ¿Cómo programar tu entrenamiento?
Ciclismo: ¿Cómo programar tu entrenamiento?

octubre 19, 2020 2 Minutos de Lectura

Ver artículo completo

Suscríbete a nuestro newsletter